EDAD ANTIGUA 3000 a.C. – 476 d.C.
• • • Grecia:
habitantes y ciudadanos
La sociedad de Atenas (ciudad principal de Grecia) estaba formada
por distintos grupos: latifundistas, artesanos, comerciantes, campesinos y
esclavos. No todos tenían los mismos derechos. Los latifundistas, dueños de las
tierras, eran ciudadanos, hombres libres que habían nacido en Atenas, de padre
y madre atenienses. Tenían derecho de ciudadanía y, por lo tanto, podían
intervenir en el gobierno de la polis. Las mujeres no tenían derechos
políticos.
Los hombres libres no ciudadanos, llamados metecos, eran los extranjeros que
vivían y tenían sus negocios en Atenas. Se dedicaban al comercio y a la
artesanía. Aunque pagaban impuestos y formaban parte del ejército y de la
armada, no eran considerados ciudadanos: no podían votar ni ser elegidos
gobernantes.
Los
esclavos eran hombres y mujeres sometidos a un dueño. No se los consideraba
como personas, sino como “instrumentos”. Trabajaban duramente en las minas, en
las canteras o en el campo. También trabajaban, como esclavos domésticos, en
las casas de los más ricos y poderosos. En el siglo V a.C., había cerca de
200.000 esclavos.
• • • La
Democracia en Grecia
Desde
hace 1.500 años, los atenienses establecieron una forma de gobierno llamada
democracia (demos
= “pueblo”
y cracia = “gobierno”, o sea “gobierno del
pueblo”). Esta forma de gobierno ha llegado hasta nuestros días. En la
actualidad, la mayoría de los países del mundo, también el nuestro, la
practican, aunque no de la misma forma que los griegos. Pero es necesario
reconocer que tiene sus orígenes en la antigua Atenas.
Ubicación
de las Ciudades-Estado Griegas al sureste de Europa
• • • Roma,
sociedad y gobierno
La ciudad de Roma fue fundada en el siglo VIII a.C. Al principio,
era una pequeña aldea de chozas de barro que se fue extendiendo por las colinas
y los valles que la rodeaban. Hacia el siglo VI a.C., las casas ya eran de
piedra y la ciudad se organizó en torno del foro, la plaza pública, centro de
la vida cívica. Su gobierno era una Monarquía.
La comunidad estaba formada por un conjunto de familias, cada una
de las cuales vivía en su propia casa. Además, distintas familias formaban
grupos llamados gens. Las personas que formaban cada gens no estaban unidas por lazos
de parentesco sanguíneo, sino por un vínculo cultural: reconocían un antepasado común al que
le rendían culto. Estas familias poderosas formaban un grupo diferente del
resto de la sociedad: los patricios (del vocablo latín patres, que designaba al miembro fundador de
una gens). Los patricios controlaban las mejores tierras y consideraban que
tenían derechos otorgados por el nacimiento. Durante los primeros siglos de la
historia de Roma formaron un grupo cerrado y poderoso que controló las
instituciones de gobierno.
A
medida que la ciudad fue creciendo, la mayoría de los habitantes quedó excluida
del grupo de los patricios. A las gens pertenecían otras personas o grupos de
origen extranjero: los clientes. Estos estaban sometidos al poder y a la
protección del jefe familiar, a quien le debían trabajo y obediencia.
Fuera
de las gens existía un amplio grupo de personas, los plebeyos, a los que se
llamaba multitud
porque eran
muy numerosos. Los plebeyos se encontraban en un plano de inferioridad política
y económica frente a los patricios. Entre la plebe también existían
diferencias: los artesanos y los comerciantes estaban en mejor situación que
los campesinos.
En
el siglo VI a.C., las familias más poderosas se rebelaron y cambiaron la forma
de gobierno: la monarquía fue sustituida por la República, gobernada por dos cónsules y un Senado integrado
por patricios. Los plebeyos debieron luchar por la participación política, la
igualdad de derechos y la obtención de tierras. Después de sucesivos
conflictos, lograron acceder al cargo de cónsul y obtuvieron la creación del
cargo de tribuno
de la plebe,
que era elegido anualmente por una asamblea de plebeyos.
Recién
en el siglo III a.C., la lucha entre patricios y plebeyos había terminado. Por
entonces, Roma se había convertido en la dueña de toda Italia y comenzó su
expansión territorial fuera de la península. Esta expansión, que no se detuvo
hasta el siglo III d.C., transformó la sociedad romana.
Para
expandirse necesitaron las acciones de los ejércitos imperiales, llamados
legiones, necesarios para sostener los pueblos que conquistaron. Para gobernar
tan vastas regiones se organizó un Imperio.
Para el siglo II d.C., el Imperio comenzó a mostrar síntomas de desintegración
política: se debilitó la figura del Emperador y la de Roma como capital del
Imperio, mientras que las provincias adquirieron mayor autonomía. Las fronteras
del inmenso territorio imperial comenzaron a sufrir invasiones de los pueblos
germánicos que las fortificaciones controladas por las legiones romanas no
pudieron resitir. En diferentes momentos y lugares, ejércitos integrados por
pueblos germanos cruzaron las fronteras, saquearon y ocuparon los territorios
de las provincias.
Estos
pueblos invasores fueron llamados “bárbaros” que significaba “extranjeros”.
Roma entró en crisis durante el siglo IV d.C., y el proceso de disolución del
Imperio Romano se aceleró. Junto con la difusión de una nueva religión (el
Cristianismo), la invasión de los pueblos bárbaros y la inseguridad de las
comunicaciones contribuyeron a la disolución definitiva del imperio. A partir
de ese momento Europa comenzó a transformarse. Las características principales
de esa transformación se manifestaron en los desplazamientos de gran parte de
la población (que se trasladó a las zonas rurales) y en el fin del Imperio
Romano en el año 476 d.C.
• • • La
sociedad romana: el sistema esclavista
Durante el siglo III a.C. fueron surgiendo grandes propiedades
llamadas latifundios. Se formaron a medida que los ricos incorporaban a sus
propiedades las parcelas vecinas, pertenecientes a los campesinos más pobres,
por medio de la compra o arrebatándoselas por la fuerza. Para trabajar los
campos, cuidar el ganado y realizar las tareas domésticas, adquirieron
esclavos, en su mayoría prisioneros de guerra. De este modo, Italia pronto se
pobló de esclavos.
En Roma, como antes había
ocurrido en Atenas, los esclavos carecían de todo tipo de derechos y podían ser
vendidos o comprados como cualquier otra mercadería. Su condición era
hereditaria, es decir, los hijos de los esclavos nacían esclavos y eran
propiedad del amo de sus padres.
Los esclavos se vendían en plazas, sobre tablados giratorios. En
el cuello llevaban colgado un cartel con todas las características que podían
interesarle al comprador: nacionalidad, edad, cualidades y defectos.
Ejecutaban todo el trabajo
pesado, ya fuera en las minas o en el campo. Algunos, los más afortunados,
podían dedicarse a administrar las propiedades rurales o los negocios de sus
amos, al trabajo doméstico, o a la educación de los hijos de los patricios y de
los plebeyos enriquecidos.
En Roma, a diferencia de lo ocurrido en Grecia, los esclavos no se
resignaron a su situación. En varias ocasiones organizaron grandes rebeliones.
La más importante de todas fue la que condujo Espartaco, un esclavo guerrero.
Finalmente la rebelión fue sofocada a un terrible precio: 60.000 esclavos,
incluido Espartaco, murieron en
la lucha, mientras 6.000
fueron tomados prisioneros y crucificados.
Los territorios ocupados por el Imperio Romano fueron
invadidos por diferentes pueblos denominados “bárbaros” durante todo el siglo V.
Esos pueblos dieron lugar a diferentes reinos cristianos que tuvieron un
desarrollo independiente durante en la Edad Media. Sobre esos reinos se
conformaron las bases de los Estados
modernos europeos como Italia, Francia, España, Portugal, Inglaterra, Alemania,
entre otros. Además la parte oriental (en la actual Grecia y Turquía) quedó
conformando el Imperio Bizantino durante toda la Edad Media, hasta su caída en
manos del Imperio Turco.
EDAD MEDIA 476 – 1553 d.C.
• • • Una nueva sociedad en la Europa medieval
Las nuevas sociedades eran gobernadas por los jefes de tribus
germanas que invadieron el Imperio Romano, bajo una monarquía hereditaria. Según
sus tradiciones, se establecieron relaciones de dependencia y fidelidad
personal entre los miembros de la sociedad, desde los más ricos a los más
pobres. Los pueblos germanos también impusieron sus leyes aunque respetaron
muchas de las formas de vida de los romanos. El latín se transformó en el
idioma oficial de los nuevos reinos, aunque poco a poco fue mezclándose con las
lenguas que hablaban en diferentes regiones.
La religión también fue un aporte cultural de los pueblos
conquistados. En su mayoría, los pueblos conquistados se convirtieron al
cristianismo. En los nuevos reinos, la Iglesia incrementó su poder y era común
que los reyes germanos buscaran el consejo de monjes, obispos y sacerdotes.
En el ámbito económico, la agricultura se transformó en la
actividad más importante. Se desarrollaba en grandes latifundios y el cultivo
estaba a cargo de siervos y algunos esclavos. La decadencia que venían
sufriendo las ciudades y el comercio desde los últimos tiempos del Imperio, la
escasez y carestía de alimentos y la inseguridad reinante provocaron la
ruralización de la vida y la economía en Europa occidental. Esto significa que
los habitantes abandonaron las ciudades y buscaron refugio y protección en las
grandes explotaciones agrarias en el mundo rural. Así, pequeñas comunidades de antiguos
esclavos, bajo la protección de un gran propietario y agrupados en pequeñas
aldeas, sobrevivían miserablemente del trabajo agrícola y el cuidado de los
animales.
La sociedad que se origina en Europa durante la Edad Media tiene
características especiales que la diferencian de las sociedades anteriores.
Para identificarla se la llamó sociedad feudal.
• • • Una sociedad jerarquizada
En la sociedad feudal existían jerarquías muy marcadas y una gran
desigualdad. Una extensa y empobrecida capa de campesinos sostenía con los
productos de su trabajo tanto a los señores de la nobleza (condes, marqueses,
duques) como a los religiosos (obispos y sacerdotes).
Los señores conformaban la aristocracia feudal que descendía de
los jefes germánicos, de los grandes terratenientes romanos y de guerreros que
habían logrado fortuna y poder desempeñándose como funcionarios imperiales.
Gozaban de numerosos privilegios: no realizaban trabajos pesados, impartían
justicia, no pagaban impuestos y podían utilizar armas. Por eso constituían el
grupo más poderoso de la sociedad. Su poder derivaba fundamentalmente del
dominio casi absoluto que ejercían sobre los campesinos y de los ejércitos que
organizaban.
Los miembros de la Iglesia estaban integrados al sistema feudal.
La nobleza eclesiástica, formada por obispos y sacerdotes, poseía inmensos
feudos (porciones de tierra) concedidos por los reyes a cambio de jurarles su
fidelidad. Al igual que la aristocracia feudal, de la que formaban parte,
vivían de los impuestos que pagaban los campesinos.
La Iglesia ayudó a justificar el feudalismo, porque sostenía que
el mundo estaba organizado como un orden en el cual cada sector social debía
cumplir la función que Dios le había asignado. Este orden, denominado más tarde cristiano y feudal por ser considerado de origen divino, no podía
ser cuestionado ni modificado por el hombre. La Iglesia también ayudó a
preservar muchos elementos de la cultura romana. Defendió y difundió la lengua
latina, y conservó y copió los libros de autores antiguos.
Los campesinos, que eran la inmensa mayoría de la población, no
tenían privilegios. Los hijos de campesinos eran campesinos de un señor feudal
durante toda su vida y se los transmitían a sus hijos. Era el nacimiento y no
la riqueza lo determinaba a qué grupo social se pertenecía. Era muy difícil
cambiar la ubicación en la pirámide social, es decir que en esta sociedad no
existía la movilidad social.
• • • El Imperio Bizantino
En
la región que antiguamente se dominaba Grecia y que luego fue conquistada por
los romanos, se desarrolló el Imperio Bizantino luego de la caída de Roma entre
los años 476 y 1453. Los gobernantes de este Imperio recuperaron la cultura y
el idioma griegos, que habían decaído luego con la conquista romana, y organizaron
una monarquía. Este imperio fue una potencia comercial que tuvo su caída a
partir de la conquista de su capital (Bizancio) por parte del emperador turco
Solimán, que la denominó Estambul y hasta el día de hoy forma parte de Turquía.
Este suceso marca el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna.
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